Tengo un amigo homofóbico, joven periodista
apasionado, que nunca ha visto Fresa y Chocolate porque «es una película de
homosexuales y lo único que hace es darle espacio y voz a esa gente».
Sé del padecer del más
reciente viaje a La Habana de otro tunero, al que le tocó compartir asiento en la guagua con «un enfermo de esos» y se cambió al único sitio vacío (por
roto); llovió en el camino, el agua se
filtró y la gripe que sobrevino pudo acabar peor, aunque fue solo eso, una gripe: «pero primero muerto
que ocho horas de guagua al lado de un m…», me dijo.
Mi tío, cincuentón y terco, por poco muere
de disgusto el día en que su hijo adolescente llegó a la casa a estudiar con un
grupo que incluía a un muchacho con arete y pelo largo; y poco le importó que
el joven en cuestión estuviera todo el tiempo de la mano de su novia, «tiene
aretes y el pelo largo, va por mal camino y
no es compañía para el niño, ¡qué va!».
Y yo reía y recordaba, como hago ahora, el
dicho que le he escuchado toda la vida: «hombre, lo que se dice hombre, pelo
corto, sin aretes y carácter mija, mucho carácter»; ¿se imaginan?, el carácter
de mi tío está más o menos entre las piernas de alguien, sería hasta cómico si
no fuera radicalmente triste.
Y es triste, pero también conozco algunas historias de la otra
cara de la moneda.
Recuerdo ver a una amiga de infancia,
talentosa y feliz, languideciendo y
recuerdo el drama interior que fue para ella asumirse como homosexual: no puede
ser – me decía entonces- yo quiero ser
distinta pero no puedo, a mí me gustan las mujeres, ¿qué hago para no ser así?
Sus lágrimas fueron muchas y con ella las
de quienes le queríamos distinta, especialmente su mamá y fue duro su «combate»
interior por asumirse entera y lo logró, pero
muy a fuerza de empellones, miradas burlonas y «amigos amiguísimos» que
dejaron de contestar, incluso, sus buenos días.
Me viene a la menta la historia que me
contaran otro día, la del padre «macho» que negó el saludo a su hijo homosexual
pero acudía puntualmente a la cárcel para dar un beso y todo su apoyo a su otro
hijo, el mayor, que estaba preso y siempre decía al que le preguntaba para
donde iba:«voy a ver al niño porque se equivocó, sí, pero a un hijo jamás se le abandona» … ¿Y
entonces?
Estoy convencida de que hemos ganado mucho
los cubanos en materia de igualdad, respeto y autodeterminación, sé también que
no se destierran siglos de machismo en unas décadas y también tengo la
convicción de que si comparamos a Cuba y su realidad homofóbica con la del
resto del continente americano, por ejemplo, tenemos una verdad de privilegio.
Creo que lo más importante es el Ser
Humano, en mayúsculas, sin importar qué pasa detrás de la puerta de su cuarto y
entenderlo así, pienso, nos hace mejores.
De eso me dio lección de vida la foto que vi de una señora que marchaba en La Habana
abriendo una jornada contra la homofobia, hace unos años, y traía
en sus manos alzadas un cartel grande que decía: «Tengo un hijo
homosexual y es un hombre maravilloso».
una vez más como muchas veces me has hecho llorar, una vez más me siento identificada con tus palabras y claro sabiéndome parte de la historia, me siento hasta orgullosa, bueno, como no serlo cuando tengo en mi vida una amiga, hermana, especial como tú, tengo certeza absoluta que si todos pensaran como tú el mundo sería cada vez mejor, en esta era de crisis económica y politica, de guerras de hambruna, de drogas y de muerte, ser homofóbico es tan insólito que cuesta entender como es que hay personas que prefieren preocuparse por este tipo de "problemas" sin ver que lo importante va mucho más que el simple hecho de definirse homosexual, el principio de vida de todo ser humano debia ser el amor al projimo independientemente de todo, mil gracias por siempre, siempre poder contar contigo!
ResponderEliminarCelebro este día doble. Primero porque apoyo 100% a mis amig@s con condición sexual distinta y segundo, por el día del campesino que no sé porqué me siento más guajiro este día jajaja. Muy pero muy bonita reflexión!!!
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