Confieso que me aburren un poco las personas que cargan
con la facilidad humana de recordarlo «todo»; y cuando digo «todo» no me
refiero a esos seres iluminados, capaces de aprehender de la nube al cielo y
compartirlo, analizarlo, ponerle de sí: claro que no.
Cuando digo «todo»
cuento
a los atiborrados de fechas simples, colores comunes, días de lluvia y cálculos
tan básicos que reducen a lo elemental el desafío de sus propias vidas y hasta
el entorno.
Me jacto de no ser necesariamente así; sin embargo,
esta fecha, la del 25 de abril, la conservo en mi memoria personal porque se
resiste a ser olvidada, llega a mi cabeza de momento y me digo siempre: ¡qué
bobería, con tanta cosa valiosa para tener presente y yo con esto! Día
inolvidable.