Revisando casos y escuchando historias puedo dar fe de que en Las
Tunas, al menos en esta ciudad, existen padres que pagan más de un
salario mensual en repasadores particulares para sus hijos y, si la voz
de los muchachos no engaña, no son pocos los padres que lo hacen.
La educación cubana, inmersa en el proceso de cambios más profundos
en temas como la clase, la metodología y la actualización tecnológica de
la enseñanza que ha conocido la historia de la pedagogía revolucionaria
apuesta por la inclusión.
Y la inclusión educativa también tiene que ver con el hecho de que
todos los estudiantes necesitan atención a sus diferencias individuales
y, por eso, buscar vías para que estén más preparados es derecho de
padres y tutores.
Claro, también es necesidad, porque no todos los profes que están en
las aulas están bien preparados, porque para educar hay que ser un
evangelio vivo, porque los salarios son bajos y el éxodo de maestros es
una realidad que golpea fuerte y porque la auto superación del personal
no va todo lo bien que el país necesita.
Sin embargo, insisto: son repasadores, estudiar sigue siendo la
palabra más importante; y usted puede llevar a su hijo a cientos de
maestros, si el alumno no dedica un horario del día a enredarse con los
libros y las notas de clase, a estudiar, sin audífonos, celulares y
amiguitos que lean de fútbol, yo creo que la letra, ni con sangre,
entra.
Esta reportera ya encontró a una maestra de tercer grado diciendo que
sus niños no estudian lo suficiente y ha visto a padres hacer en equipo
el trabajo práctico que le encargan al infante de nueve años. ¿Qué se
puede esperar a los doce o a los 16?
No somos perfectos, queremos siempre lo mejor para nuestros hijos,
pero nadie, nadie, se ha lastimado aún por hacer tareas, ser responsable
y atender al maestro o al repasador.
Una idea tengo bien definida sobre los tan populares repasadores y la
repito con certeza: no son magos, ayudan, son útiles pero estudiar
sigue siendo, nadie lo dude, el gran desafío y algunos lo pasan por
alto.
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