Cierta maestra, en una muy nombrada escuela
primaria de esta ciudad de Las Tunas, le pidió hace unos pocos días a sus
alumnos: “los que tengan tabletas, celular, cámara fotográfica o cualquier otro
dispositivo de ese tipo, los traen el día de la excusión por la comunidad,
vamos a utilizarlos en el recorrido”.
Dicho y hecho. Varios alumnos, los menos,
llegaron al aula con los más diversos aparatos y la ocurrente profesora los
organizó por equipos, garantizó que todos se sintieran parte y la excursión
fluyó mientras hacían fotos, tomaban videos y se alistaban para una exposición
frente al aula.
Ciertos padres, los menos, confesaron su
disgusto por aquella forma de marcar la diferencia entre los niños, “algunos mostrando
lo que tienen, otros sin nada para mostrar” y
también se escucharon voces hablar de “lo caro que están esos equipos y
el riesgo de que se dañen o se los roben a las manos pequeñas de los nueve
años”. Es cierto.
Sin embargo, esta tunera cuyo niño fue de los que NO tuvo celular para llevar,
confiesa que sí se sintió a gusto y es que nos pasamos la vida hablando de la
necesidad de que la escuela cubana dialogue al tiempo de hoy y eduque para el
siglo XXI y entonces nos sentimos aterrados, no pocas veces, ante el primer
paso.
Es cierto también, sería mucho más fácil si
se pudieran distribuir, como sucede en otros países, dispositivos para todos
los pioneros, pero no es así y tenemos que aprovechar, buscar soluciones,
encaminar el estudio, para, con lo poco o lo mucho a nuestro alcance, hacer que
los niños se motiven y aprendan para el presente y el futuro.
Y digo esto porque a varios pedagogos
cubanos les he escuchado ideas al respecto y casi todas destacan la importancia
de utilizar la tecnología en favor de la educación desde edades tempranas y en
la necesidad de que sean los maestros abanderados mayúsculos de todo ese
engranaje.
Ideas que confirman que no están las
principales barreras en la tecnología y sí en las mentes, que saber un
contenido no basta para ser un buen maestro, hay que aterrizarlo siempre y que
es necesario saber lo que pasa fuera de las aulas y asumirlo en su diversidad,
también marcaron los debates recientes
del evento provincial de Pedagogía en Las Tunas y este ejemplo me lo recordó.
Son tiempos de Wifi, teléfonos inteligentes
e interconexión, marcar el paso desde los años primeros de la educación es muy
importante y cualquier iniciativa es loable siempre y cuando respete y aliente
las conquistas de la educación cubana.
Eso pienso.
Por eso celebro sobremanera la iniciativa
de la citada maestra; no es el ejemplo perfecto pero sí, una forma más de
hablar la voz de sus niños y encontrar recovecos que la lleven a mostrarles en
camino de ese proceso voraz que nos dura toda la existencia: el aprendizaje.
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