No siempre esa gran pasión que te sacude en algún
momento de la vida llega a ser el amor que te acompaña, te complemente y se te
va volviendo deliberadamente necesario.
Estas son unas pocas líneas para una de
esas lindas y cotidianas historias de amor, marcada por el llanto que se
acompaña en la hora difícil, los desafíos cotidianos en la educación de los
hijos y el abrazo cálido de los nietos.
Margarita y Guillermo se conocieron en 1980
en medio de un torneo de ajedrez, el deporte que les ha marcado la vida, no
solo por aquel primer encuentro hace ya más de 30 años, sino porque ambos
enseñan en la Academia Provincial de Las Tunas, un sitio en el que han visto
crecer a sus hijos y consolidar su amor.
Cómplices y felices, este 14 de febrero
como cualquier otro día construyen el
amor y lo defienden con su mejor
sonrisa.