miércoles, 30 de noviembre de 2016

Lágrimas por Fidel Castro desde Minas Gerais

La doctora tunera Yelenis Torres Jiménez vive estos días en Minas Gerais, Brasil, mientras transcurre el tiempo de su segunda misión internacionalista en nombre de Cuba.
 
Sus primeras declaraciones en las redes sociales tras la muerte de Fidel Castro fueron sumamente reveladoras. Hablaron, sin tapujo, de un respeto profundo, una nostalgia ilimitada y una rabia contenida, con la vida, la muerte, la distancia y especialmente con quienes utilizan las circunstancias y hacen fiesta del dolor.

Gracias a la magia de las redes sociales tenemos su testimonio, uno de entre los muchos que ahora damos los nacidos en esta tierra como muestra de amor, convicción y esperanza.


«Me desperté con la triste noticia de la muerte de nuestro Fidel; cuando lo leí me quedé paralizada, me congelé. Estando fuera de Cuba lo primero que hago cuando despierto por la mañana es darle los buenos días a mi familia y como que el día no comenzó muy bueno, mi mensaje fue: mami, ¿cómo que se murió Fidel?

“Pasaron tantas cosas por mi cabeza; vino a mi mente el miedo que sentía cuando era niña porque este día llegara y hoy, ya no tan niña, la noticia me afecta de la misma forma. Me duele tanto como cuando perdí a mi abuela, que tanto admiraba.

«Crecí con la anécdota que mi abuela me contaba: después del ciclón Flora, vivían en el campo y lo perdieron todo y se fueron a vivir a la ciudad, a la Casa Piedra, ahí vivían doce familias, entre ellas mi abuela con sus seis hijos, en condiciones bien precarias.

“Un día ella decidió escribirle a Fidel y le mandó una carta para pedirle una casa y muchos le dijeron que estaba loca, que la carta a él nunca le iba a llegar y la respuesta llegó; y llegó con una casa para cada una de las doce familias.

«Mi abuela siempre dijo que su casa se la dio Fidel, y que ellos eran hermanos porque nacieron en el mismo año (1926), coincidentemente mi abuela murió en septiembre con 90 años y ahora muere nuestro Comandante, con la misma edad.

«Hablar de Fidel no es hablar de cualquier persona y hablar de su muerte estando fuera de Cuba creo que duele el doble, quisiera mucho hoy estar con los míos para darle el último adiós a nuestro Comandante, pero hoy he tenido que llorar sola.

«Me encuentro en un país en el que se ha dicho hoy que ha muerto un dictador, me encuentro en un lugar en el que ningún médico de Brasil quiere venir a dar consulta y más que nunca me siento orgullosa de ser cubana, gracias a esa Revolución, porque de otra manera yo nunca hubiera logrado ser médico.

«Aquí estoy rodeada de personas que se quedan admiradas cuando digo que la Universidad en Cuba es gratuita porque ser médico en Brasil es extremadamente caro, cuesta dos mil dólares al mes.

«Leo ahora noticias de quienes lloran la muerte y de otros que la celebran y me quedo pensando: no sé hasta qué punto llega la miseria de quiénes celebran la muerte de un ser humano, pero en el fondo son unos fracasados, porque nunca pudieron derrotarlo en vida.

«Y son unos ingenuos también porque Fidel es la bandera, es el Himno, está en cada vida de las personas que salvamos fuera de Cuba, está en los niños, en las calles y hoy más que nunca lo sé y me siento orgullosa de eso.
«Lloraré por muchos días acá la muerte de ese gigante y duélale a quien le duela, a él la Historia lo seguirá absolviendo. Yo lo sé»


 
Tomado de tiempo21

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